Amores de antaño que ya no deseo recordar. Esos ojos dormilones y traicioneros, esos besos apasionados, esa ganas locas de poseerla, esa relación que nunca fue...
Hoy, 30 años después aún recuerdo su olor, sus ojos, sus besos, sus senos... de eso, solo el recuerdo queda, pero amé como nunca. Cuando tienes 20 no sabes nada y crees que sabes todo.
En el manto del tiempo aún están ese par de universitarios, jugando con fuego, sintiendo cada beso como si se fuera la vida en ello, sobre todo después de un rompimiento, de tener otras relaciones pero aún así olvidarlo todo en una locura de frenesí sexual que jamás fue satisfecha, pero que dejó una huella que el tiempo no borrará.
Hoy no hay nada. Sigan disfrutando de sus cuerpos y pasiones. No deseo importunarlos. Ya me voy en mi máquina del tiempo y regreso al 2020.