Reyes Pirela Seguir
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Nunca me destaqué como prospecto deportivo y cuando lo intenté salí con las tablas sobre mi nuca. Transcurría la década de los años sesenta e iniciaba mi educación secundaria en un liceo de la capital. Todo era tan diferente a la escuela, pues la niñez era historia.
Mi corazón se aceleraba cada vez que miraba mis compañeras de curso en atuendos diminutos que solían usar en las prácticas deportivas. El béisbol como todo adolescente me enloquecía y al fin podía hacer gala de mis recursos.
Fui incluído en un equipo y debíamos jugar en un campo inmenso, lo que me permitía mirar a las chicas, ya que nadie elevaba la pelota a mi posición de jardinero, ¡pero sucedió lo inesperado! Apareció un muchacho robusto que bateo con tanta fuerza, que la pelota se estrelló en mi nuca, pues estaba de espaldas mirando hacia el público femenino.
Managers, jugadores, profesores y alumnos en general tomaron el campo de juego, ¡No podían creer lo que había sucedido! Minutos después ya recuperado, se escuchó un concierto de carcajadas. Desde aquel instante, comprendí que mi futuro estaba en los juegos de mesa.
Mi corazón se aceleraba cada vez que miraba mis compañeras de curso en atuendos diminutos que solían usar en las prácticas deportivas. El béisbol como todo adolescente me enloquecía y al fin podía hacer gala de mis recursos.
Fui incluído en un equipo y debíamos jugar en un campo inmenso, lo que me permitía mirar a las chicas, ya que nadie elevaba la pelota a mi posición de jardinero, ¡pero sucedió lo inesperado! Apareció un muchacho robusto que bateo con tanta fuerza, que la pelota se estrelló en mi nuca, pues estaba de espaldas mirando hacia el público femenino.
Managers, jugadores, profesores y alumnos en general tomaron el campo de juego, ¡No podían creer lo que había sucedido! Minutos después ya recuperado, se escuchó un concierto de carcajadas. Desde aquel instante, comprendí que mi futuro estaba en los juegos de mesa.