
hibitane
Gamma
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Bueno, compañeros y compañeras, este año se acaba. Escribo esto a modo de resumen, para mi y para quien quiera participar contando lo suyo. Se acaba este 2023, un año nefasto en lo global: guerras, cambio climático, y mil historias que día a día bombardean las televisiones, radios, periódicos y redes sociales. Parece que el mundo va a explotar de un día para otro y todos nos vamos a ir a la ... Me niego a creer que la humanidad, en su conjunto, sea tan horriblemente mala, esté tan irremediablemente enferma. Decía mi padre que no hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista; es decir que o se acaba lo que sea, o nos acabamos antes nosotros. Veremos qué pasa.
Tengo un gran amigo, historiador, que un día me hablaba de intrahistoria (no en el sentido de Unamuno o de otros autores) si no de los detalles que en su conjunto conforman la Historia, la grande, la de los libros. Siempre me dice que a él como historiador le encantaría ser el que le hubiera hecho los huevos fritos a Napoleón, dando a entender que en esos momentos pequeños, chicos, del día a día, son tan importantes como los que conforman las grandes gestas, las grandes batallas de las grandes guerras. Tú, yo, con tus pequeños momentos conformamos esa intrahistoria de la Historia, así que no infravalores tus gestos, tus hazañas diarias, aunque sea friendo un par de huevos.
Pensando en cómo me ha ido a nivel personal no debería quejarme: he superado varios achaques de salud (la edad no perdona), he progresado en mi trabajo (aunque diga mil veces que me aburre), a los míos les ha ido relativamente bien, y en el círculo social en el que me muevo pues bueno, no ha habido que lamentar desgracias, que no es poco.
He aprendido que debo ser más humilde: la enfermedad ronda la puerta, y por mucho que uno se empeñe puede hacer acto de presencia en cualquier momento. Sin salud, todo lo demás sobra. Cuidaos y cuidad de los vuestros. Esta vida, por definición, es breve, aunque tendamos a pensar que somos eternos, que a nosotros nada nos pasará, salvo envejecer plácidamente. Este año se han ido personas jóvenes a mi alrededor, de las que pensaban que al levantarse eran los jefes de la manada.
He aprendido que este año que va a comenzar quiero ser más austero. Vivimos rodeados de estímulos que nos incitan a comprar, a gastar dinero en cosas que realmente al final no necesitamos. No suelo ser derrochador, pero aún así, quiero dejar de lado lo que no sea imprescindible.
He aprendido que hay que confiar en la gente que te rodea. Las personas, por lo general, no somos malas y salvo contadas ocasiones el resto tiene sus motivos para hacer lo que hace, aunque esos motivos no me parezcan los más loables. En definitiva quiero ser más empático, intentando ponerme en la piel de quien tengo enfrente, aunque no comparta las razones de su actuar. Y con ello no quiero justificar conductas inapropiadas, ni mucho menos: a los que me estafaron este año (que fueron varios) pues bueno, pienso que es pan para hoy y hambre para mañana, gente a la que el propio karma pondrá en su lugar y que, a la larga, todos acabaremos pasando de ellos.La traición puede venir de lo más cercano, es más, diría que por definición es lo más cercano: alguien que conoce tus puntos débiles los aprovecha para hacerte daño. Cuidaos las espaldas, siempre.
He aprendido que el perdón es un bálsamo para las heridas. Perdón hacia uno mismo y hacia los demás. Esto está relacionado con el punto anterior: cuando hice algo lo hice con las mejores intenciones, pensando que según la información que tenía en aquel momento era la mejor decisión. Si alguien me ha hecho algo, perdón y olvido, si no es un continuo run run en mi cerebro que no me lleva a ningún sitio, salvo a un malestar del que nada de provecho saco.
He aprendido que hay errores que sigo cometiendo, a pesar de haberme dicho que no los volvería a cometer. Soy humanos, en el más estricto sentido de la palabra.
He aprendido que mis hijos no son míos: comparto existencia con esas personas, no son de mi propiedad. No puedo decidir sus vidas, puedo ayudarles, en la medida de mis posibilidades, a encauzarlas dentro de unos límites éticos y morales aceptables; luego son libres de elegir. La vida es cambio.
He seguido visitando el pequeño cementerio del lugar donde vivo (lo hago desde pequeño), y ya conozco a mucha gente allí que conocí viva. Carpe diem. Sueños, ideas, proyectos, frustraciones, iras, idas y venidas que están en un pequeño cubículo convirtiéndose en polvo. Más allá de creencias religiosas, esa vida que conocí con ellos ya no existe, algo que me hace apreciar esta que me queda por vivir, intentar ser consciente de cada instante, relativizando las cosas, nada es eterno.
He aprendido que necesito volver a lo básico, desaprender cosas que he ido interiorizando como normales, y que según mi conjunto de valores morales y éticos no lo son. No todo vale. He vuelto a reecontrarme con aquel libro que compré en Granada, siendo un adolescente, sobre el estoicismo y he vuelto a leer una de las citas subrayadas: "No olvides jamás que nadie pierde más vida que la que tiene, ni goza de otra vida distinta de la que pierde". Marco Aurelio.
Para los que supieron siempre que la filosofía servía para algo, pero nunca supieron explicar muy bien para qué.. (esto me lo dije a mí, con 17 años, ahora tengo casi 50).
Sed felices, en la medida de lo posible. Cuidaos, que la vida es breve.
Próspero 2024.
Tengo un gran amigo, historiador, que un día me hablaba de intrahistoria (no en el sentido de Unamuno o de otros autores) si no de los detalles que en su conjunto conforman la Historia, la grande, la de los libros. Siempre me dice que a él como historiador le encantaría ser el que le hubiera hecho los huevos fritos a Napoleón, dando a entender que en esos momentos pequeños, chicos, del día a día, son tan importantes como los que conforman las grandes gestas, las grandes batallas de las grandes guerras. Tú, yo, con tus pequeños momentos conformamos esa intrahistoria de la Historia, así que no infravalores tus gestos, tus hazañas diarias, aunque sea friendo un par de huevos.
Pensando en cómo me ha ido a nivel personal no debería quejarme: he superado varios achaques de salud (la edad no perdona), he progresado en mi trabajo (aunque diga mil veces que me aburre), a los míos les ha ido relativamente bien, y en el círculo social en el que me muevo pues bueno, no ha habido que lamentar desgracias, que no es poco.
He aprendido que debo ser más humilde: la enfermedad ronda la puerta, y por mucho que uno se empeñe puede hacer acto de presencia en cualquier momento. Sin salud, todo lo demás sobra. Cuidaos y cuidad de los vuestros. Esta vida, por definición, es breve, aunque tendamos a pensar que somos eternos, que a nosotros nada nos pasará, salvo envejecer plácidamente. Este año se han ido personas jóvenes a mi alrededor, de las que pensaban que al levantarse eran los jefes de la manada.
He aprendido que este año que va a comenzar quiero ser más austero. Vivimos rodeados de estímulos que nos incitan a comprar, a gastar dinero en cosas que realmente al final no necesitamos. No suelo ser derrochador, pero aún así, quiero dejar de lado lo que no sea imprescindible.
He aprendido que hay que confiar en la gente que te rodea. Las personas, por lo general, no somos malas y salvo contadas ocasiones el resto tiene sus motivos para hacer lo que hace, aunque esos motivos no me parezcan los más loables. En definitiva quiero ser más empático, intentando ponerme en la piel de quien tengo enfrente, aunque no comparta las razones de su actuar. Y con ello no quiero justificar conductas inapropiadas, ni mucho menos: a los que me estafaron este año (que fueron varios) pues bueno, pienso que es pan para hoy y hambre para mañana, gente a la que el propio karma pondrá en su lugar y que, a la larga, todos acabaremos pasando de ellos.La traición puede venir de lo más cercano, es más, diría que por definición es lo más cercano: alguien que conoce tus puntos débiles los aprovecha para hacerte daño. Cuidaos las espaldas, siempre.
He aprendido que el perdón es un bálsamo para las heridas. Perdón hacia uno mismo y hacia los demás. Esto está relacionado con el punto anterior: cuando hice algo lo hice con las mejores intenciones, pensando que según la información que tenía en aquel momento era la mejor decisión. Si alguien me ha hecho algo, perdón y olvido, si no es un continuo run run en mi cerebro que no me lleva a ningún sitio, salvo a un malestar del que nada de provecho saco.
He aprendido que hay errores que sigo cometiendo, a pesar de haberme dicho que no los volvería a cometer. Soy humanos, en el más estricto sentido de la palabra.
He aprendido que mis hijos no son míos: comparto existencia con esas personas, no son de mi propiedad. No puedo decidir sus vidas, puedo ayudarles, en la medida de mis posibilidades, a encauzarlas dentro de unos límites éticos y morales aceptables; luego son libres de elegir. La vida es cambio.
He seguido visitando el pequeño cementerio del lugar donde vivo (lo hago desde pequeño), y ya conozco a mucha gente allí que conocí viva. Carpe diem. Sueños, ideas, proyectos, frustraciones, iras, idas y venidas que están en un pequeño cubículo convirtiéndose en polvo. Más allá de creencias religiosas, esa vida que conocí con ellos ya no existe, algo que me hace apreciar esta que me queda por vivir, intentar ser consciente de cada instante, relativizando las cosas, nada es eterno.
He aprendido que necesito volver a lo básico, desaprender cosas que he ido interiorizando como normales, y que según mi conjunto de valores morales y éticos no lo son. No todo vale. He vuelto a reecontrarme con aquel libro que compré en Granada, siendo un adolescente, sobre el estoicismo y he vuelto a leer una de las citas subrayadas: "No olvides jamás que nadie pierde más vida que la que tiene, ni goza de otra vida distinta de la que pierde". Marco Aurelio.
Para los que supieron siempre que la filosofía servía para algo, pero nunca supieron explicar muy bien para qué.. (esto me lo dije a mí, con 17 años, ahora tengo casi 50).
Sed felices, en la medida de lo posible. Cuidaos, que la vida es breve.
Próspero 2024.