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- 11 Dic 2013
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A veces pienso que este no es mi lugar. Las horas frente al ordenador me parecen un hábito normal y corriente, formarme en aquello que me gusta. Leer después del instituto una gran cantidad de páginas sobre SEO y marketing online que no quiero perderme. Montar proyectos con ilusión y aprender cosas nuevas con cada uno de ellos. Parece normal. Luego, estudio. Los fines de semana salgo, tengo algunas pandillas por mi ciudad y en la playa tengo mi favorita. La extraño durante todo el año porque solo los veo durante algunas semanas en verano, pero esas semanas son las mejores de todo el año. Porque, a pesar de la distancia, ahí están mis mejores amigos.
Internet me ha dado la posibilidad de conocer a gente nueva, a hacer amigos nuevos, a insultarme con otros como hacen los amigos sin que tengan repercusiones negativas en la amistad, a hacer tratos, a desenvolverme en la vida, a obtener unos ingresos que casi nadie de mi edad tiene.
Pero entonces llegan esos días. Esos días en los que todos se arreglan, salen de fiesta, se emborrachan, se preparan para salir con sus pandillas y a ligar como si no hubiese un mañana. Es entonces cuando me siento un poco alejado. Yo no soy así. Mientras mi alrededor se va a las fiestas, yo estoy en el ordenador. Aprendiendo lo que me gusta, ganando un poco de dinero, frente al ordenador, haciendo nuevos amigos virtuales. Y me siento extraño.
Sin embargo, no creo que sea falta de amigos, porque amigos tengo muchos. Son las ganas, la predisposición, lo que hacen que me eche atrás. Estos días de feria que hay en mi localidad no me gustan. Voy a la feria con mis amigos casi por obligación. No me gusta el alcohol, no me gusta irme con cualquier chica, no me gusta montarme en atracciones fuertes. ¿Qué voy a hacer? No es mi lugar.
Mientras la mayoría se divierten, yo trabajo. Tengo que trabajar en mi blogs, en escribir para una revista, en traducir...
¿Es entonces, mi lugar, estar frente al ordenador? Porque, de ser así, no es algo que me agrade.
Espero no haberos dado mucho la lata, pero hoy un amigo me ha dejado plantado. Tampoco tengo ganas de irme de feria y me siento diferente al resto. Tampoco tengo novia, y Cristina Pedroche está muy lejos de mi casa.
La vida es extraña.
Internet me ha dado la posibilidad de conocer a gente nueva, a hacer amigos nuevos, a insultarme con otros como hacen los amigos sin que tengan repercusiones negativas en la amistad, a hacer tratos, a desenvolverme en la vida, a obtener unos ingresos que casi nadie de mi edad tiene.
Pero entonces llegan esos días. Esos días en los que todos se arreglan, salen de fiesta, se emborrachan, se preparan para salir con sus pandillas y a ligar como si no hubiese un mañana. Es entonces cuando me siento un poco alejado. Yo no soy así. Mientras mi alrededor se va a las fiestas, yo estoy en el ordenador. Aprendiendo lo que me gusta, ganando un poco de dinero, frente al ordenador, haciendo nuevos amigos virtuales. Y me siento extraño.
Sin embargo, no creo que sea falta de amigos, porque amigos tengo muchos. Son las ganas, la predisposición, lo que hacen que me eche atrás. Estos días de feria que hay en mi localidad no me gustan. Voy a la feria con mis amigos casi por obligación. No me gusta el alcohol, no me gusta irme con cualquier chica, no me gusta montarme en atracciones fuertes. ¿Qué voy a hacer? No es mi lugar.
Mientras la mayoría se divierten, yo trabajo. Tengo que trabajar en mi blogs, en escribir para una revista, en traducir...
¿Es entonces, mi lugar, estar frente al ordenador? Porque, de ser así, no es algo que me agrade.
Espero no haberos dado mucho la lata, pero hoy un amigo me ha dejado plantado. Tampoco tengo ganas de irme de feria y me siento diferente al resto. Tampoco tengo novia, y Cristina Pedroche está muy lejos de mi casa.
La vida es extraña.