Mmmm no es cosa de Comunistas o Neoliberales. La corrupción es mucho más profunda, basada en el abuso de poder. Además seguramente estás en contra del Socialismo, pero tampoco pueden opinar contra eso, ya que aún manejan Reyes y Reinas en España.
Estoy en acuerdo. Sin embargo, técnicamente, el comunismo es en esencia corrupción. En nombre del pueblo unos pocos viven en la opulencia, en tanto unos muchos (véase Venezuela) acaban elaborando hamburguesas con ratas y gatos de puro hambre.
En un plano más teórico, el comunismo tiende a corromper jueces y poder ejecutivo (véase las leyes habilitantes en Venezuela o las del Género en España), de tal manera que es el propio gobierno (comunista) quien dicta las leyes y, al final es el propio partido (comunista) quien fagocita las estructuras de estado y controla cada instante de las vidas humanas.
Es de manual. Basta ver la evolución de Venezuela en los últimos años o los procesos que están siguiendo Argentina, o España.
Por norma general, creo, la corrupción ha de ser una cuestión ética y moral de los políticos (liberales o no), sin embargo en el comunismo es algo endógeno a esta ideología.
Respecto a "reyes y reinas" en España, en 1978 se aprueba, mediante votación nacional, una Constitución de nuevo régimen en el que figuraba la monarquía como garante de unidad nacional, concordia y cohesión nacional.
Por ende, aunque se niegue, tiene una componenda democrática. En otro orden de cosas, lo que ha acaecido con el rey español (regalarle varios millones de euros a su amante, por ejemplo, o cobro de comisiones por adjudicación de obras, proselitismo mientras en España hay hambre y miseria), no es muy diferente del jerarca comunista español, un tal Pablo Iglesias, el cual se compró una casa de dos millones de euros o de una élite comunista española que vive en las zonas más exclusivas de Madrid.
Personalmente puedo esperar que un liberal, un rey o un conservador roben y se corrompan, no así de alguien que se solidariza con trabajadores, campesinos, marginados y personas humildes.
Al final, en todos los casos, indigna la impunidad no sólo judicial, política o administrativa, también la social. Nadie hace nada y damos por normal tanto que pasa.