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Esta tarde se presentó “Kirchner íntimo”, una biografía del ex presidente que relata anécdotas de su vida pública y privada. En diálogo con ElArgentino.com, el autor del libro, Daniel Miguez, habló de los principales puntos que rescata de su figura.
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Sobre Néstor Kirchner se han dicho y publicado muchas cosas. A veces basadas en rumores, otras en simples expresiones de deseo. El periodista Daniel Miguez cubrió su actividad desde 2002 y eso le permitió conocerlo de cerca. Con el material que pudo recoger a lo largo de los años, escribió “Kirchner íntimo” (Planeta), un libro que se presenta esta tarde en el Congreso de la Nación.
Miguez, director de las revistas El Cruce y Desafíos para un Proyecto Nacional, califica a Kirchner como una persona con mucha determinación y un gran sentido del humor. En diálogo con ElArgentino.com, sostiene que la relación con Cristina era de complementariedad y destaca los logros que el kirchnerismo cosechó en pocos años.
ElArgentino.com: ¿Cómo se te ocurrió la idea de plasmar tu trabajo en un libro?
Daniel Miguez: Hubo un germen, que fue el conflicto con las cámaras agropecuarias cuando había ataques mediáticos a Kirchner que trataban de presentarlo como un tipo despótico, lunático, intolerante. Y que contradecía al tipo que yo conocía. Ahí empecé a tener las ganas de decir de algún modo “Esto es mentira, Kirchner no es así”. Y después de que murió, me pareció que tenía que agradecerle de alguna manera. Porque yo empecé, yo estuve cerca de Kirchner cubriendo su actividad presidencial para Clarín y después la de Cristina para Página/12. Y todos esos ocho años estuve muy cerca de él. Fuimos generando una relación de confianza que, como explico en la introducción del libro, me permitió ser testigo en primera fila de una parte de la historia. Entonces, desde ese lugar cuento las anécdotas: del tipo que se sienta y cuenta lo que ve. Son anécdotas que yo presencié o que Kirchner me contó.
EA: ¿Cómo se desarrolló la relación entre los dos? ¿Se conocían de antes?
DM: Lo conocí a principios de 2002, apenas asumía Duhalde, cuando no había ningún periodista que se ocupara de Kirchner. Tenía muy poca intención de voto y es más: en aquella época no pensaba en ser candidato. Iba a ser candidato en 2003, pero no con aspiraciones de ganar sino de posicionarse para el 2007. Entonces, era prácticamente el único periodista que lo cubría, porque yo en esa época cubría centroizquierda y Capital Federal. Él estaba por aliarse con Aníbal Ibarra, por otro lado, podía ir como candidato por fuera del PJ con un perfil de centroizquierda, progre. Entonces caía dentro del área de cobertura mía.
EA: Incidió el azar
DM: Claro, ahí estuvo el azar. Lo conocí enseguida, simpatizamos en lo personal. Se fue dando también una corriente de afecto. En definitiva, lo que yo busqué después de que murió fue tratar de mostrarlo tal cual me parece a mí que era. Contando acciones, mostrándolo en acción, en la vida cotidiana, en la vida política. Tomando decisiones de gobierno o jugando un partido de fútbol mostraba su personalidad.
EA: ¿Qué se puede ver de su figura al recorrer las anécdotas?
DM: La característica más sobresaliente que atraviesa el libro y que era la característica de Kirchner, me parece que es la determinación; un tipo con una determinación increíble para hacer las cosas, una voluntad de hierro. Un optimismo también desbordante, aún en las peores condiciones; porque ser optimista cuando te va bien es fácil, pero ser optimista después de la derrota electoral de 2009... era él solo optimista. Y la otra cosa que tenía era el humor: una característica típica de él era estar haciendo chistes, salidas rápidas, inteligentes, agudas, irónicas. Era muy gracioso. Además, era muy afectuoso. Entonces, esa simpatía con ser afectuoso lo hacían rápidamente querible, y lo hicieron un tipo carismático. Era un tipo de carácter fuerte. Se enojaba, pero así como se enojaba al ratito te perdonaba.
EA: Horacio Verbitsky cuenta que Cristina dijo que la relación que la unía a Néstor era la de “dos cuerpos con un solo cerebro”. ¿Viste una relación de simbiosis entre ellos?
DM: Yo creo que eran increíblemente complementarios. Por eso es una pareja excepcional en términos históricos: no debe haber muchas parejas donde los dos pueden ser estadistas, los dos son muy inteligentes, los dos tienen un fervor militante impresionante. Y eran muy complementarios: cuando uno estaba muy arriba, el otro lo calmaba. Si Cristina se enojaba, llamaba Kirchner y le decía “Tranquila, no pasa nada”. Y al revés: si el que se enojaba era Kirchner, la que bajaba los decibeles era ella. Estaban en un sube y baja y siempre lo mantenían en equilibrio, ¿no? Cuando él era presidente, la principal asesora era ella; cuando ella era presidenta, el principal asesor era él. Tenían un complemento muy importante.
EA: ¿Cómo viviste la muerte de Néstor y los días de dolor ciudadano y movilización?
DM: Y, la verdad, muy conmovido. El epílogo lo dedico a eso, a contar cómo me impactó ese día. Yo estuve un montón de horas en Canal 9 al aire, los tres días: miércoles, jueves y viernes. De todas maneras, me hice un hueco a la tarde para ir al velorio en la Casa de Gobierno porque tenía necesidad de ir. Hice la cola, quise ser uno más. Lo viví como la mayoría de los argentinos: con angustia, con tristeza, con dolor, con bronca.
EA: Desde ese día, nada fue igual.
DM: Yo creo que venía siendo distinto. Yo no tomo a la muerte de Kirchner como un punto político de inflexión importante para la suerte del gobierno. Primero vino la derrota en 2009, que fue el punto más bajo del kirchnerismo, pero ya en el verano de 2010 las encuestas mostraban un repunte de la imagen de Kirchner y Cristina. Empezó a levantar, levantar y después del Bicentenario ya empezó a crecer a niveles muy importantes. Cuando murió Kirchner, tanto Cristina como Néstor estaban en un nivel muy alto de imagen positiva y de aceptación de la sociedad. Hay teorías que dicen que el efecto de la muerte sensibilizó a la gente e hizo que Cristina creciera en su imagen positiva. Se elevó un poco más después de la muerte de Kirchner, pero no fue decisivo en esos términos.
EA: Me refiero a que la muerte obliga a hacer balances antes de lo previsto, apresurados
DM: Retrospectivamente, me parece que su muerte hizo que cobrara dimensión todo lo que había hecho en tan poco tiempo. Quizás, uno al estar siendo contemporáneo de los hechos, no toma la verdadera dimensión histórica porque no tenés la distancia que te da el tiempo. Pero es una tarea titánica la que hizo Kirchner: con poco poder real porque tenía pocos votos, no tenía las corporaciones con él. Y eso es producto de esa determinación. Ahora, las cosas están mejor. Si estuviéramos jugando al truco, Cristina tiene buenas cartas: un siete de oro, un tres. Kirchner, en aquel momento en que todo eran carencias y necesidades, tenía dos cuatros de oro y una sota, y con eso te cantaba el vale cuatro. Iba para delante, para adelante y arriesgaba todo el tiempo porque peor no podíamos estar. Para eso hay que tener una personalidad especial.
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Sobre Néstor Kirchner se han dicho y publicado muchas cosas. A veces basadas en rumores, otras en simples expresiones de deseo. El periodista Daniel Miguez cubrió su actividad desde 2002 y eso le permitió conocerlo de cerca. Con el material que pudo recoger a lo largo de los años, escribió “Kirchner íntimo” (Planeta), un libro que se presenta esta tarde en el Congreso de la Nación.
Miguez, director de las revistas El Cruce y Desafíos para un Proyecto Nacional, califica a Kirchner como una persona con mucha determinación y un gran sentido del humor. En diálogo con ElArgentino.com, sostiene que la relación con Cristina era de complementariedad y destaca los logros que el kirchnerismo cosechó en pocos años.
ElArgentino.com: ¿Cómo se te ocurrió la idea de plasmar tu trabajo en un libro?
Daniel Miguez: Hubo un germen, que fue el conflicto con las cámaras agropecuarias cuando había ataques mediáticos a Kirchner que trataban de presentarlo como un tipo despótico, lunático, intolerante. Y que contradecía al tipo que yo conocía. Ahí empecé a tener las ganas de decir de algún modo “Esto es mentira, Kirchner no es así”. Y después de que murió, me pareció que tenía que agradecerle de alguna manera. Porque yo empecé, yo estuve cerca de Kirchner cubriendo su actividad presidencial para Clarín y después la de Cristina para Página/12. Y todos esos ocho años estuve muy cerca de él. Fuimos generando una relación de confianza que, como explico en la introducción del libro, me permitió ser testigo en primera fila de una parte de la historia. Entonces, desde ese lugar cuento las anécdotas: del tipo que se sienta y cuenta lo que ve. Son anécdotas que yo presencié o que Kirchner me contó.
EA: ¿Cómo se desarrolló la relación entre los dos? ¿Se conocían de antes?
DM: Lo conocí a principios de 2002, apenas asumía Duhalde, cuando no había ningún periodista que se ocupara de Kirchner. Tenía muy poca intención de voto y es más: en aquella época no pensaba en ser candidato. Iba a ser candidato en 2003, pero no con aspiraciones de ganar sino de posicionarse para el 2007. Entonces, era prácticamente el único periodista que lo cubría, porque yo en esa época cubría centroizquierda y Capital Federal. Él estaba por aliarse con Aníbal Ibarra, por otro lado, podía ir como candidato por fuera del PJ con un perfil de centroizquierda, progre. Entonces caía dentro del área de cobertura mía.
EA: Incidió el azar
DM: Claro, ahí estuvo el azar. Lo conocí enseguida, simpatizamos en lo personal. Se fue dando también una corriente de afecto. En definitiva, lo que yo busqué después de que murió fue tratar de mostrarlo tal cual me parece a mí que era. Contando acciones, mostrándolo en acción, en la vida cotidiana, en la vida política. Tomando decisiones de gobierno o jugando un partido de fútbol mostraba su personalidad.
EA: ¿Qué se puede ver de su figura al recorrer las anécdotas?
DM: La característica más sobresaliente que atraviesa el libro y que era la característica de Kirchner, me parece que es la determinación; un tipo con una determinación increíble para hacer las cosas, una voluntad de hierro. Un optimismo también desbordante, aún en las peores condiciones; porque ser optimista cuando te va bien es fácil, pero ser optimista después de la derrota electoral de 2009... era él solo optimista. Y la otra cosa que tenía era el humor: una característica típica de él era estar haciendo chistes, salidas rápidas, inteligentes, agudas, irónicas. Era muy gracioso. Además, era muy afectuoso. Entonces, esa simpatía con ser afectuoso lo hacían rápidamente querible, y lo hicieron un tipo carismático. Era un tipo de carácter fuerte. Se enojaba, pero así como se enojaba al ratito te perdonaba.
EA: Horacio Verbitsky cuenta que Cristina dijo que la relación que la unía a Néstor era la de “dos cuerpos con un solo cerebro”. ¿Viste una relación de simbiosis entre ellos?
DM: Yo creo que eran increíblemente complementarios. Por eso es una pareja excepcional en términos históricos: no debe haber muchas parejas donde los dos pueden ser estadistas, los dos son muy inteligentes, los dos tienen un fervor militante impresionante. Y eran muy complementarios: cuando uno estaba muy arriba, el otro lo calmaba. Si Cristina se enojaba, llamaba Kirchner y le decía “Tranquila, no pasa nada”. Y al revés: si el que se enojaba era Kirchner, la que bajaba los decibeles era ella. Estaban en un sube y baja y siempre lo mantenían en equilibrio, ¿no? Cuando él era presidente, la principal asesora era ella; cuando ella era presidenta, el principal asesor era él. Tenían un complemento muy importante.
EA: ¿Cómo viviste la muerte de Néstor y los días de dolor ciudadano y movilización?
DM: Y, la verdad, muy conmovido. El epílogo lo dedico a eso, a contar cómo me impactó ese día. Yo estuve un montón de horas en Canal 9 al aire, los tres días: miércoles, jueves y viernes. De todas maneras, me hice un hueco a la tarde para ir al velorio en la Casa de Gobierno porque tenía necesidad de ir. Hice la cola, quise ser uno más. Lo viví como la mayoría de los argentinos: con angustia, con tristeza, con dolor, con bronca.
EA: Desde ese día, nada fue igual.
DM: Yo creo que venía siendo distinto. Yo no tomo a la muerte de Kirchner como un punto político de inflexión importante para la suerte del gobierno. Primero vino la derrota en 2009, que fue el punto más bajo del kirchnerismo, pero ya en el verano de 2010 las encuestas mostraban un repunte de la imagen de Kirchner y Cristina. Empezó a levantar, levantar y después del Bicentenario ya empezó a crecer a niveles muy importantes. Cuando murió Kirchner, tanto Cristina como Néstor estaban en un nivel muy alto de imagen positiva y de aceptación de la sociedad. Hay teorías que dicen que el efecto de la muerte sensibilizó a la gente e hizo que Cristina creciera en su imagen positiva. Se elevó un poco más después de la muerte de Kirchner, pero no fue decisivo en esos términos.
EA: Me refiero a que la muerte obliga a hacer balances antes de lo previsto, apresurados
DM: Retrospectivamente, me parece que su muerte hizo que cobrara dimensión todo lo que había hecho en tan poco tiempo. Quizás, uno al estar siendo contemporáneo de los hechos, no toma la verdadera dimensión histórica porque no tenés la distancia que te da el tiempo. Pero es una tarea titánica la que hizo Kirchner: con poco poder real porque tenía pocos votos, no tenía las corporaciones con él. Y eso es producto de esa determinación. Ahora, las cosas están mejor. Si estuviéramos jugando al truco, Cristina tiene buenas cartas: un siete de oro, un tres. Kirchner, en aquel momento en que todo eran carencias y necesidades, tenía dos cuatros de oro y una sota, y con eso te cantaba el vale cuatro. Iba para delante, para adelante y arriesgaba todo el tiempo porque peor no podíamos estar. Para eso hay que tener una personalidad especial.
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