Es que quien está mezclando cosas eres tú. Puedes dedicarme poemas de amor si lo deseas y nadie puede impedírtelo, pero no puedes venir a hacerme una pintada en la pared de mi casa que diga "Jessy, te quiero", porque no tienes derecho a eso, tu libertad de expresión no lo ampara. Puedes expresarte libremente, pero no dónde quieras, y desde luego no puedes en la pared de mi casa.
Tienes todo el derecho del mundo a venir a rondarme por las noches y puedes ponerte bajo mi ventana a cantarme clavelitos con la tuna de derecho si lo deseas, y nadie puede censurar tu libertad de expresión, pero si son más de las 10 de la noche los vecinos pueden alegar que estás interfiriendo con su descanso, tu libertad de expresión es un derecho superior pero entra en colisión con el derecho al descanso de los vecinos. Tienes todo el derecho del mundo a expresarte libremente, pero no cómo quieras.
No puedes alegar "libertad de expresión" como comodín, porque incluso los derechos superiores están sujetos a reglas y límites. Si tú y yo llegamos a un acuerdo de uso en el que establecemos límites y reglas, no puedes pasarte a posteriori esos límites y reglas que hemos pactado alegando "libertad de expresión" porque es como cuando jugábamos a pilla-pilla de niños, y cuando ves que están a punto de cogerte gristas "¡casa!". No, eso no va a así, eso es jugar haciendo trampas.
La libertad de expresión, aunque esté amparada por la Constitución, no es un derecho absoluto que pueda ejercerse donde, cuando y cómo quieras.
Por resumir:
- tú puedes decir lo que quieras y nadie tiene derecho a limitar tu libertad de expresión.
- PERO tu libertad de expresión no puede ejercerse donde quieras ni cómo quieras.
La ley entiende de adverbios, amigo. La ley son matices, y los matices marcan la diferencia entre perder un juicio o ganarlo.