El que más me "llegó" el último tiempo fue " VIAJE AL FIN DE LA NOCHE" de Louis Ferdinand Celine. Un libro iluminador sobre varios aspectos de la vida. Incluso me conmovÍ bastante en un par de capítulos, cosa dificil de hacer con un libro. Sabia que era bueno pero me sorprendió su profundidad.
Lo recomiendo 100%.
Viaje al fin de la noche
Esta es la epopeya de Ferdinand Baradamu, herido en la primera guerra mundial en la que participa como voluntario, enamorado de una prostituta sin futuro, sobreviviendo en las colonias francesas en África gracias a un trabajo alienante, persiguiendo su particular sueño americano, de regreso en Francia trabajando como médico rural...
Mas allá del argumento, la fuerza y el interés de esta gran novela residen en la prosa amarga y quebradiza de Céline, en su característico ritmo acelerado, en el lirismo salvaje y descarnado con que constryó a sus personajes o la altiva mueca con que contempló la existencia y que han provocado siempre las más encontradas reacciones.
Esta es una de las partes que me conmovió :
De vez en cuando, cedía a la tentación, Molly, de hacerme un pequeño reproche, pero siempre en términos mesurados, muy amables.«Eres muy cariñoso, Ferdinand -me decía-, y sé que haces esfuerzos para no volverte tan malvado como los demás, sólo que no sé si sabes bien lo que deseas en el fondo... ¡Piénsalo bien! Por fuerza tendrás que buscarte el sustento allá, Ferdinand... Y, además, no vas a poder pasearte como aquí soñando despierto noche tras noche... Como tanto te gusta hacer... Mientras yo trabajo...¿Has pensado en eso, Ferdinand?»En un sentido tenía mil veces razón, pero cada cual con su naturaleza. Yo tenía miedo a herirla.Sobre todo porque era fácil de herir.«Te aseguro que te quiero, Molly, y te querré siempre... como puedo... a mi modo.»Mi modo no era demasiado. Y, sin embargo, estaba buena, Molly, muy apetitosa. Pero yo sentía también aquella estúpida inclinación por los fantasmas. Tal vez no fuera del todo culpa mía. La vida te obliga a quedarte demasiado tiempo con los fantasmas.«Eres muy afectuoso, Ferdinand -me tranquilizaba ella-, no llores por mí... Estás como enfermo por tu deseo de saber siempre más... Eso es todo... En fin, debe de ser ése tu camino... Por ahí, solo... El viajero solitario es el que llega más lejos... ¿Vas a marcharte pronto, entonces?» «Sí, voy a acabar mis estudios en Francia y después volveré», le aseguré con mucho rostro.«No, Ferdinand, no volverás... Y, además, yo ya no estaré aquí tampoco...» No se dejaba engañar. Llegó el momento de la marcha. Fuimos una tarde hacia la estación un poco antes de la hora en que ella entraba a trabajar. Antes yo había ido a despedirme de Robinson. Tampoco él estaba contento de que lo dejara. Me pasaba la vida abandonando a todo el mundo. En el andén de la estación, mientras Molly y yo esperábamos el tren, pasaron hombres que fingieron no reconocerla, pero murmuraban.«Ya estás lejos, Ferdinand. Haces exactamente lo que deseas hacer, ¿no, Ferdinand? Eso es lo importante... Lo único que cuenta...» Entró el tren en la estación. Yo ya no estaba demasiado seguro de mi aventura, cuando vi la máquina. Besé a Molly con todo el valor que me quedaba en el cuerpo. Me daba pena, pena de verdad, por una vez, todo el mundo, ella, todos los hombres.Tal vez sea eso lo que busquemos a lo largo de la vida, nada más que eso, la mayor pena posible para llegar a ser uno mismo antes de morir. Años pasaron desde aquella marcha y más años... Escribí con frecuencia a Detroit y después a todas las direcciones que recordaba y donde podían conocerla, a Molly, saber de su vida. Nunca recibí respuesta. Ahora la casa está cerrada. Eso es lo único que he sabido.
Buena, admirable Molly, si aún puede leerme, desde un lugar que no conozco, quiero que sepa sin duda que yo no he cambiado para ella, que sigo amándola y siempre la amaré a mi modo, que puede venir aquí, cuando quiera compartir mi pan y mi furtivo destino.
Si ya no es bella, ¡mala suerte! ¡Nos arreglaremos! He guardado tanta belleza de ella en mí, tan viva, tan cálida, que aún me queda para los dos y para por lo menos veinteaños aún, el tiempo de llegar al fin. Para dejarla, necesité, desde luego, mucha locura y un carácter chungo y frío. Aun así, he defendido mi alma hasta ahora y Molly me regaló tanto cariño y ensueño en aquellos meses de América, que, si viniera mañana la muerte a buscarme, nunca llegaría a estar, estoy seguro, tan frío, ruin y grosero como los otros.
Fragmento de "Viaje al Fin de la Noche" de Louis Ferdinand Céline